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Sonetos de amor

Poema 56


Acostúmbrate a ver detrás de mí la sombra 
y que tus manos salgan del rencor, transparentes, 
como si en la mañana del mar fueran creadas: 
la sal te dio, amor mío, proporción cristalina. 
La envidia sufre, muere, se agota con mi canto. 
Uno a uno agonizan sus tristes capitanes. 
Yo digo amor, y el mundo se puebla de palomas. 
Cada sílaba mía trae la primavera. 
Entonces tú, florida, corazón, bienamada, 
sobre mis ojos como los follajes del cielo 
eres, y yo te miro recostada en la tierra. 
Veo el sol trasmigrar racimos a tu rostro, 
mirando hacia la altura reconozco tus pasos. 
Matilde, bienamada, diadema, bienvenida!

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